Cuando hablamos de literatura venezolana, estamos haciendo referencia al conjunto de obras -ya sean textuales u orales- con valor literario que hayan sido escritas o creadas por autores venezolanos.
Rómulo Gallegos
Neoclasicismo y Romanticismo
En los inicios de la era republicana
figuran cuatro grandes nombres de las letras venezolanas: Andrés Bello,
Fermín Toro, Rafael María Baralt y Juan Vicente González. El más
destacado poeta, de clara autenticidad romántica, se llama Juan Antonio
Pérez Bonalde.
Entre los costumbristas venezolanos
están Daniel Mendoza, Francisco de Sales Pérez, Nicanor Bolet Peraza,
Francisco Tosta García, Rafael Bolívar Alvarez, Rafael Bolívar Coronado y
Miguel Mármol. Dos escritores de carácter señalan la transición hacia
nuevas posiciones intelectuales y creadoras: Cecilio Acosta y Arístides
Rojas.
Positivismo, Modernismo y Literatura Venezolana
Fue después de 1880 cuando se perfiló en
Venezuela un movimiento literario de más ambiciosa inspiración. En el
género narrativo, el descubrimiento del naturalismo inspiró a Tomás
Michelena una novela: Débora (1884) y a Manuel Vicente Romero García, su
obra Peonía (1890), primera tentativa de novela criolla integral. Otros
autores dentro de la tendencia serían Gonzalo Picón Febres (El sargento
Felipe, 1899), y Miguel Eduardo Pardo (Todo un pueblo).
Manuel Díaz Rodríguez, prosista y
narrador de refinado lenguaje, se destaca como la figura más importante
que el modernismo produjo en Venezuela. Le suceden Luis Urbaneja
Achepohl, Rufino Blanco Fombona, José Rafael Pocaterra, Teresa de la
Parra y Rómulo Gallegos.
Con la obra portentosa de Rómulo
Gallegos, donde se destaca la inmortal novela Doña Bárbara, culmina toda
una etapa de la narrativa venezolana, aquella sometida a las
influencias del nativismo, del costumbrismo, del realismo, del lirismo
descriptivo que alcanza tonos épicos cuando contempla las luchas del
hombre con la naturaleza.
Es importante mencionar a Arturo Uslar
Pietri (Las lanzas Coloradas, 1931), quien se afirmó como la mayor
promesa narrativa novelesca; a Enrique Bernardo Nuñez, a Julio
Garmendia, a Antonio Arraiz, a Ramón Díaz Sánchez, a Guillermo Meneses, a
Miguel Otero Silva. Del grupo "Contrapunto", entre 1946 y 1949, surgen
narradores destacados (Andrés Mariño Palacio, Ramón González Paredes,
Héctor Mujica y otros), dueños de una información literaria más actual
que los anteriores, y cuyas creaciones pretenden liberar la narrativa de
los resabios del costumbrismo, del criollismo, de la temática rural,
del mensaje edificante, del modo de contar lineal. Más tarde, aparece
Salvador Garmendia, quien desarrolla su temática hasta consecuencias de
hiperrealismo anonadante, y aborda otros espacios, entre ellos el
fantástico.
También se destaca la narrativa paródica
y densa de Luis Britto García, pasando por la importante obra de José
Balza, un experimentador incansable, y por la de Oswaldo Trejo,
atrevidamente textual. Se impone citar a Humberto Rivas Mijares y a
Gustavo Díaz Solis, a Pedro Berroeta, a Oscar Guaramato, a Antonio
Márquez Salas, a Alfredo Armas Alfonzo, Manuel Trujillo, Orlando Araujo y
a Adriano González León, la gran promesa del grupo Sardio y de la
generación de 1960.
También están presentes Argenis
Rodríguez, José Vicente Abreu, Laura Antillano, Francisco Massiani,
Denzil Romero, Ednodio Quintero, Alberto Jiménez Ure, Gabriel Jiménez
Emán, Armando José Sequera y Antonia Palacios, autora de la más
importante obra narrativa de pluma femenina después de Teresa de la
Parra.
La poesía
A pesar de que la poesía venezolana
tardó mucho en alcanzar la modernidad, un poeta que debe ser leído y
valorado como el único gran poeta modernista que tuvo Venezuela, es
Alfredo Arvelo Larriva, virtuoso de la rima y del soneto. Otros poetas
dignos de ser recordados son Andrés Mata, Sergio Medina, Ismael Urdaneta
y Andrés Eloy Blanco, el poeta más popular de Venezuela, situado entre
lo tradicional y la vanguardia.
Vale mencionar también a Fernando Paz
Castillo, a Luis Barrios Cruz, a Jacinto Fombona Pachano, a Rodolfo
Moleiro, a Enrique Planchart, a Luisa del Valle Silva, a Enriqueta
Arvelo Larriva, a Héctor Cuenca, a Julio Morales Lara y a Luis Enrique
Mármol. Mención aparte merece José Antonio Ramos Sucre, maestro del
poema en prosa, erudito, simbólico y misterioso.
Entre tanto, tanto los poetas de 1918
como Antonio Arraiz, cada cual por su lado, dieron al traste con las
formas y el lenguaje poético atrapados en las lecciones de versificación
y rimado. La vanguardia produce sólo dos poetas: Pablo Rojas Guardia y
Luis Castro. A cierta distancia de estos poetas, despuntó en el
movimiento vanguardista Carlos Augusto León.
El grupo Viernes, que se impuso entre
1938 y 1941, estuvo compuesto por Rafael Olivares Figueroa, Ángel Miguel
Queremel, José Ramón Heredia, Luis Fernando Álvarez, Pablo Rojas
Guardia, Pascual Venegas Filardo, Oscar Rojas Jiménez, Otto De Sola, y
Vicente Gerbasi, aceptado hoy día como una de las voces líricas más
intensas de Venezuela y de América. Entre los poetas que no siguieron
las pautas viernistas destaca Juan Beroes, la figura que aupó el grupo
"Suma", quien regresó a las formas poéticas clásicas y renacentistas.
Luego surge Juan Liscano.
Dentro del contexto de "españolistas"
hay que situar la obra de Ida Gramcko, Ana Enriqueta Terán y Luz
Machado. Estas mujeres poetas ocupan un sitio de privilegio en las
décadas de 1940 y 1950. En la actualidad destacan la poesía muy personal
de Yolanda Pantin, Margara Russoto, Edda Armas, Cecilia Ortiz y Lourdes
Sifontes.
José Ramón Medina es uno de los valores
poéticos más firmes del posviernismo y el posespañolismo; sus compañeros
Luis Pastori y Aquiles Nazoa no cambiaron los rasgos iniciales de su
escritura neoclásica o neomodernista. Los poetas Dionisio Aymará y
Carlos Gottberg, entre otros, se adentraron en la condición del hombre
cotidiano.
De la llamada "Generación del Sesenta"
surgen poetas excepcionales: Rafael Cadenas, Francisco Pérez Perdomo,
Juan Calzadilla, Arnaldo Acosta Bello, Ramón Palomares, Caupolicán
Ovalles, Hesnor Rivera. Entre este grupo de poetas y el pasado hay que
situar a Juan Sánchez Peláez, cuya obra reducida pero de intensa virtud
visionaria y metafórica, de desgarrones existenciales y lirismo
atormentado, reconoce como fuente la generación del sesenta. La breve
experiencia de la revista Cantaclaro (1950), reveló a tres poetas:
Rafael José Muñoz, Jesús Sanoja Hernández y Miguel García Mackle.
Alfredo Silva Estrada se concretó a crear una obra que se cuenta entre
las más coherentes de la poética venezolana.
Otros poetas de ese período son Luis
García Morales, Luis Guillermo Sucre, Víctor Salazar, Gustavo Pereira,
Ludovico Silva, Ramón Querales, Luis Camilo Guevara, Víctor Valera Mora,
Eleazar León, Elí Galindo y Julio Miranda. En Valencia, los poetas
Eugenio Montejo, Alejandro Oliveros, Teófilo Tortolero, Reynaldo Pérez
Só, en la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, descartan las
actitudes polémicas y crean un espacio propio.
El poema breve encuentra en Luis Alberto
Crespo a un cultivador original. De la generación de los ochenta, se
encuentran voces como Enrique Mujica, Miguel y Vasco Szinetar, Willian
Osuna, Armando Rojas Guardia, Igor Barreto, Salvador Tenreiro, Alberto y
Miguel Márquez, Alejandro Salas, Luis Pérez Oramas, Nelson Rivera y
Armando Coll Martínez.
De la prosa y sus Aplicaciones
El ensayo como subgénero vendría siendo
una toma de conciencia de la propia escritura; desde este punto de vista
Simón Rodríguez sería un ensayista. Ensayistas venezolanos de comienzos
de siglo son Gonzalo Picón Febres, Luis López Méndez y Jesús Semprum.
Es importante la obra de Julio
Planchart, Luis Correa, César Zumeta, José Gil Fortoul, Pedro Emilio
Coll y Arturo Uslar Pietri, quien ha cultivado esporádicamente el ensayo
literario. La enseñanza, la bibliografía, la compilación, la
investigación deben mucho a humanistas extranjeros nacionalizados o
integrados a la vida del país hace años, como Pedro Grases, Manuel Pérez
Vila, Segundo Serrano Poncela, Juan David García Bacca, y otros muchos
fallecidos, como Federico Riu, Agustín Millares Carlo, Edoardo Crema,
Juan Nuño y Ángel Rosenblat.
Igualmente, sobresalen los trabajos de
Eduardo Arroyo Lameda, Mario Briceño Iragorry, Laureano Vallenilla Lanz,
Pedro Manuel Arcaya y Augusto Mijares. Entre los escritores de los
sesenta sobresalen José Francisco Sucre y Ludovico Silva. Guillermo
Sucre y Francisco Rivera pueden ser distinguidos como los mejores
ensayistas actuales sobre literatura.
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