Carnaval (fiesta móvil)
La tradición del Carnaval, también conocida como las fiestas
"Carnestolendas", se remonta a ancestrales ritos y prácticas que según
los especialistas pueden ser trazados a las antiguas civilizaciones de
Grecia y del Medio Oriente, y que fueron a su vez asimiladas por el
imperio romano, y diseminadas por los territorios bajo su dominio.
Entre las características más
resaltantes del carnaval, está el desbordamiento emocional de sus
participantes, que en una especie de catarsis colectiva liberan y dan
rienda suelta a inhibiciones y recatos de su vida cotidiana. Este
ambiente carnavalesco está potenciado por el uso de máscaras,
disfraces, comparsas, música, baile y juegos.
La celebración del carnaval en Venezuela
está presente desde los tiempos de la colonia tal como fue reseñado
por distintos cronistas, que señalaban el abundante uso de agua,
huevos, azulillo y otras sustancias, en un desbocado y a veces agresivo
juego. En la segunda mitad del siglo XIX, específicamente durante el
mandato de Antonio Guzmán Blanco, se promovió el carnaval de comparsas y
bailes de salón al estilo europeo, particularmente entre las clases
pudientes.
Los carnavales actuales presentan mayor o
menor vistosidad, dependiendo de los recursos y niveles de
organización que los respalda, valga decir, juntas locales, alcaldías y
gobernaciones, de la proyección turística que se les quiera imprimir, y
de la tradición propia de cada región.
Los carnavales del oriente venezolano y
de Guayana, gozan de amplia popularidad y proyección a nivel nacional,
particularmente los de la población de El Callao en el estado Bolívar.
Allí las comparsas, sus personajes emblemáticos, la música del calipso y
su batería de tambores, reflejan la fusión cultural entre los nativos
de la región, con la inmigración que desde la segunda mitad del siglo
XIX llegó desde las Antillas Menores.
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